martes, 30 de noviembre de 2010

Los niños del Kebele 13

Los niños del Kebele 13 juegan a que tienen un equipo de fútbol. Uno de ellos es el entrenador, los demás, sentados en un montículo de tierra, le escuchan. Luego calientan, corren todos juntos siguiendo el ritmo marcado por sus palmas, a veces cantan.

Los niños del Kebele 13 juegan a que tienen un equipo de fútbol, pero no siempre tienen balón. A veces nos asomamos y juegan con una pelota de goma medio deshinchada, otras veces con los restos de un balón de cuero que ya ni siquiera es esférico. Otras veces sólo calientan.

Los niños del Kebele 13 han escrito una carta en inglés en la que explican que son un buen equipo pero que no tienen camisetas ni balón. Cuando salimos de casa nos persiguen pidiéndonos dinero o pelotas. Nosotros dudamos. ¿Cuántos balones hemos tenido en nuestra vida? ¿cuántos balones hay guardados en armarios de niños españoles que nunca se utilizan? Pero no podemos darles un balón, porque, como niños que son, pelearán para ver quién se lo lleva.

Pero los niños del Kebele 13 son niños felices, pasan sus tardes jugando con sus amigos al sol, llenándose de polvo, haciendo volteretas. Y si saco la cámara todos quieren ser fotografiados y sonríen.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Mohammed Revolutions

Una llamada telefónica cortó la tranquilidad de aquel martes. "Mohammed Casero" rezaba la pantalla del teléfono móvil. Vuelco al estómago, pero no eran malas noticias. Mohammed llamaba para devolver parte del dinero recaudado un mes y medio antes.
La cita sería el siguiente martes, a las 18 horas en territorio enemigo. Preparados para lo peor y ataviados con su mejor cara de mala leche, partieron nuestros valientes a enfrentarse con el maléfico Casero-Ratero. Algo había sucedido aquella mañana que les hacía sospechar que no iba a ser fácil este nuevo encuentro: Mohammed había llamado pidiendo el antiguo contrato que declaraba la cama y el calentador como propiedad de nuestros héroes.
Puntuales como casi siempre, con el corazón desbocado y ansiosos por volver a su refugio con el dinero, llegaron a la morada de la bestia.
Abrió la puerta su señora esposa, Mohammed no estaba, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Los minutos eran eternos. El silencio dolía.
De repente un viento frío atravesó el umbral, allí estaba el ogro. Nuestros protagonistas se levantaron a saludar (nunca perdieron las buenas maneras) y acto seguido comenzó la lucha:
Mohammed (M): - ¿Habéis traído el contrato?
Santos Job (SJ): - Aquí está.
M: - Dejadme verlo.
Haciendo un gesto natural enrolla el papel y lo guarda en su mano.
SJ: - ¿Y tú tienes el contrato con los nuevos inquilinos?
M: - Aquí lo tenéis.
Miradas de complicidad por encima del papel entre nuestros muchachos. Pequeña batalla ganada: los nuevos inquilinos pagan 1000 Birr menos al mes.
SJ: - Todo en orden.
Aunque bien saben que les están timando unos días. Pero el ratero es el casero, no ellos.
SJ: - Ahora danos lo nuestro.
M: - Tomad.
Recuento de billetes satisfactorio. Qué agradable sensación la de recibir y no dar.
SJ: - OK. Nos vemos.
Caminan los tres hacia la puerta. Mohammed sigue en posesión del contrato.
M: - Entonces, ¿hemos terminado?
SJ: - No, no hemos terminado.
M: - ¿Por qué?
SJ: - Danos nuestro contrato.
Como bien recordarán los lectores, Mohammed y Santos Job tienen una cita en los tribunales a causa de la apropiación indebida por parte del primero de la cama y el calentador anteriormente mencionados.
M: - No.
Tira y afloja (literal) entre la Damisela Levantina y el Orondo Africano aferrándose a cada extremo del papel como si les fuera la vida en ello. Interviene entonces el Guerrero Numantino (GN).
GN: - Ok. Danos el contrato.
Con mirada de odio que hace temblar hasta a la Damisela Levantina.
M: - Ok.

El Orondo Africano, el Casero-Ratero, Mohammed, había sido derrotado. Esa noche, al menos, no dormiría tranquilo.

Cae el sol tiñendo el aire de tonos malva y nuestros héroes regresan jubilosos a palacio.
¿Será este el final de tan ardua aventura? Sólo el tiempo lo dirá.

martes, 23 de noviembre de 2010

¿La historia "terminable"?

Por fin llegan a sus pantallas las terceras entregas de nuestras dos trilogías:

El calentador indomable III. La última tangada.

Domingo 21 de noviembre, 7.30 am. Suena la alarma. Marco y Ana se van al centro a conseguir un nuevo calentador. Vanos habían sido los intentos de reparación del antiguo aparato, la guerra estaba perdida. Tirando de sus contactos bahardarianos, se hacen con un artilugio de fabricación italiana que ha pasado los test de calidad de la CEE a un precio razonable.
9.30 am. Llamada al técnico instalador (el hombre de la bolsa de plástico). Se acuerda cita A.C. (After Church*).
10.00 a 16.00. Church. Se oyen los cánticos desde el hogar.
A.C. Llegada del técnico. Montaje complicado (el hombre se muestra inexperto en el campo). Tras una hora de pelea con los cables, todo parece en orden.
Martes 23 de noviembre. 19.24 pm. El agua sigue saliendo caliente.
Podríamos llamarlo final feliz.

* After Church: Después de misa.


Mohammed Revolutions


Rencor

Odio

Dinero

Violencia


La tercera parte de la historia del casero-ratero (recordad que también somos poetas).
Próximamente.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Luz de luna


Volvemos de cenar fuera con nuestros amigos.
El camino de vuelta a casa transcurre por una pista de tierra y piedras que normalmente alumbramos con nuestras linternas.




Hoy la luna se encargaba de guiarnos.



Son las cosas maravillosas de este lugar.














martes, 16 de noviembre de 2010

El calentador indomable II. El regreso de la bestia.

Segundas partes nunca fueron buenas, pero los productores de El Calentador Indomable no querían dejar pasar el éxito en taquilla y se han lanzado a crear la secuela (y que no acabe siendo trilogía).

Los martes ni te cases ni te embarques, y en Etiopía no trates de hacer nada que dependa de agentes externos. Estábamos teniendo un mal día porque habíamos encargado un somier hecho de metal para nuestra nueva cama y nos lo hicieron grande, con lo cual el colchón se escurre y tenemos que añadirle a la “superestructura” unos tablones de madera que le darán, lo más seguro, un toque Ikea ideal.
Pero no iba a quedar ahí la cosa, de repente un grito desde el cuarto de baño:

- ¡El calentador goteaaaaaaaa! ¡Y da corrienteeeeeee!

Total, que de nuevo a llamar al técnico. Esta vez quisimos ser más listos que nuestro destino y llamamos a otro diferente sin avisar al casero. Pero de nuevo nos apareció un tío con una bolsa de plástico y tres herramientas. De nuevo Marco quiso morir o despertar de la pesadilla. De nuevo el baño quedó hecho polvo. De nuevo estamos sin agua caliente.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Oda al mercado




Una nueva dificultad,
ha surgido en la ciudad.
No habíamos reparado,
en lo raro del mercado.

Comprar sábanas y vasos
no es tan chungo en otros casos,
pero aquí, en Bahir Dar,
no se logra sin sudar.

Resulta que hay unos cuantos,
que alarman si llegan blancos.
Los tenderos, avispados,
ponen los precios doblados.

El farangi, indefenso,
en seguida torna tenso,
y decide abandonar
refugiándose en su hogar.

Ana y Marco, insistentes,
siguieron probando suerte,
y afinando el regateo,
consiguieron su trofeo.

Tras dos semanas luchando,
ya son expertos comprando.
¡Denles un homenaje!
Tienen todo su menaje.



*Gracias, Pucci, por la inspiración.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El calentador indomable

Mientras escribo estas líneas, Marco se encuentra en el cuarto de baño con un técnico intentando devolverle el agua caliente a nuestra ducha. Pero contaremos esta historieta del calentador indomable en orden cronológico.
Hace más de una semana (el sábado pasado, creo recordar) entró Marco en el baño y le olió a quemado. La luz del calentador se había apagado y éste había dejado de funcionar. Digamos que lo fundimos por dentro porque la resistencia no funcionaba bien y no calentaba el agua a un ritmo normal, así que durante una semana entera había estado encendido sin descanso. Nos lo cargamos.
Decidimos esperarnos a llamar al casero unos días; no nos gusta verle y tampoco tener que pedirle nada, porque parece que le debemos la vida y porque cada vez que viene a casa no sale ni con aguarrás.
Así que hasta el jueves nos duchamos con agua fría, llamamos al casero y el viernes a primera hora apareció con el técnico: un chaval en bici y con una bolsita tamaño mercadona con herramientas. Haciendo caso omiso de nuestros comentarios sobre el olor a quemado, determinaron que se había estropeado el enchufe y que volverían a las 16:30 con el enchufe nuevo. Pero a las 16:30 sólo apareció el casero, que, dejándonos con dos pares de narices, se puso a regar el jardín, se quejó de que teníamos el patio sucio (os aseguramos que no ha visto la casa tan limpia como la tenemos en su vida) y se aposentó a esperar al técnico ante nuestras miradas de odio e incomodidad. Pensamos que se dio cuenta de que no era bienvenido y por eso se fue, una hora después.
Volvieron ya de noche el técnico y él. Nuestra casa parecía el camarote de los hermanos Marx: dos amigos que estaban de visita, el casero, el técnico, su mujer, Marco y yo. Tanta gente y tan pocas soluciones: de nuevo se quedaba el calentador sin arreglar, porque el problema venía de dentro del cacharro, como nosotros habíamos estado insistiendo.
El sábado se suponía que iban a venir, nos quedamos esperando y nada.
El domingo iba a ser el día D, después de misa vendría el técnico con la nueva resistencia y lo colocaría. A estas alturas, tanto vosotros, lectores especializados en Etiopía, como nosotros, sufridores profesionales, sabemos que el calentador no iba a ser arreglado en el día del Señor.
Así llegamos al lunes, a este momento preciso, en el que el calentador indomable ha sido domado no sin sus momentos de suspense y sufrimiento. Marco, como hombre de la casa, se ha puesto a ayudar al técnico y en un momento dado le he preguntado:
- ¿Necesitas algo?
- Sacrifícame, por favor.
Estaba agachado en el baño lleno de agua y óxido, con la cara y los pies mojados y, aunque aquí tenéis unas imágenes, el olor que había ahí dentro no sale en las fotos.
Pensamos que ahora podemos cantar victoria (siempre dejando un espacio al escepticismo) y darnos, POR FIN, nuestra merecida ducha caliente.







Como en las películas basadas en hechos reales, damos unos datos sobre el destino de nuestros protagonistas tras la historia:

-Ana y Marco pagaron el arreglo, cinco euros que le correspondía pagar al casero, pero por no discutir ni ser miserables lo dejaron pasar.
-El baño quedó limpio, aunque muchos piensen que era imposible arreglar ese estropicio.
-El casero no volvió a entrar en la casa porque Ana y Marco decidieron apartarlo hasta octubre de 2011 de su antigua vivienda (por entrometido y pesado).
-La nueva resistencia aguantó hasta octubre de 2011 (por favor...).

domingo, 7 de noviembre de 2010

Historias


El carácter de un lugar queda definido muchas veces por su historia, y no podemos negar que Etiopía ha tenido una historia singular dentro del contexto africano, lo que explicaría en cierta medida la naturaleza especial de sus habitantes.

Única en África, Etiopía no fue nunca colonizada, la Italia de Mussolini tuvo una intentona que se quedó en ocupación sangrienta (275.000 etíopes murieron) y que duró cuatro años (1936-1940).

La historia reciente del país, sin querer dar demasiados datos ni aburrir al personal se puede resumir como sigue:

Dictadura del emperador Haile Selassie desde 1941-42 hasta 1974. Este autócrata intentó modernizar el país construyendo algunas escuelas, creando un banco y moneda nacional y abriendo las líneas aéreas etíopes. Pero no era oro todo lo que relucía, su personalidad megalómana mostraba hacia el exterior riquezas y grandes banquetes en su palacio de Addis Abeba mientras el país sufría de una de las peores hambrunas del siglo XX, la de los años 1972-74, en la que la cifra aproximada de muertos fue de 200.000. La oposición a este régimen fue fraguándose tanto entre grupos de estudiantes como militares, y fue un grupo militar radical conocido como el Derg el que apartó al Rey de Reyes (que se consideraba a sí mismo descendiente del rey Salomón) de su trono.

La llegada del Derg al poder supuso la socialización del Estado en un mundo todavía dividido en dos bloques por la Guerra Fría, y se enfrentó a sus opositores de la manera más común entre los humanos: eliminándolos.

Otra horrible hambruna asoló el norte del país en 1984-85 (de esta nos acordamos más, al menos un millón de muertos) y fue el catalizador para que la oposición terminara enfrentándose al régimen en una guerra de liberación que concluiría con la caída del mismo en 1991.

Desde 1991 hasta nuestros días supuestamente se ha intentado construir la democracia, pero el mismo partido lleva en el poder desde entonces y en las elecciones de 2010 ganaron con un 99% de votos a favor. Juzguen ustedes mismos.

Y bueno, otra guerra, esta vez entre Eritrea y Etiopía (1998-2000) por una cuestión fronteriza hace que la zona cercana a dicha frontera todavía hoy sea un lugar a evitar.

Pero no sólo la historia contemporánea marca a la Etiopía de hoy, otros elementos hacen del pueblo etíope un pueblo orgulloso y diferente al resto de África. Etiopía es uno de los pocos Estados africanos que se considera nación desde la historia antigua. El inicio de este sentimiento de nación mezcla mito y realidad y hace que se consideren un pueblo elegido.

Según la leyenda, diez siglos antes del nacimiento de Cristo, gobernaba en estas tierras la reina de Saba. Esta reina había oído hablar de un rey sabio, el rey Salomón, y decidió ir a visitar su corte. Antes de volver de Israel hacia Etiopía, el rey Salomón la conquistó y quedó embarazada. Del fruto de esta unión nació Menelik (hijo de hombre sabio) que sería el futuro rey de Etiopía. Con 20 años, Menelik decidió ir a Israel a conocer a su progenitor, pero antes de volver hacia Etiopía con un grupo de israelíes elegidos por Salomón, robó el Arca de la Alianza, donde se encuentran las Tablas de la Ley con los 10 Mandamientos y la trajo a Etiopía. Es por esto que los etíopes piensan que son el pueblo elegido. Supuestamente el Arca de la Alianza se encuentra en Aksum, nadie puede verla excepto su guardián, que lo es de por vida y debe guardar el secreto.

Así que ya sabéis, si alguno está interesado en convertirse en el próximo Indiana Jones, no tiene más remedio que venir a visitarnos.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nilo Azul

A pesar de la impresión que podamos dar con nuestras historias, ni mucho menos estamos sufriendo. A día de hoy seguimos despertándonos sin alarma, desayunamos un “home made” batido de frutas tropicales, leemos artículos sobre la gestión de riesgo de desastres (al fin y al cabo, es a lo que vinimos), paseamos por la ciudad, cuidamos nuestro jardín, salimos con nuestros amigos, leemos, y muchas otras cosas que los dos últimos años de ajetreo no nos habían permitido hacer.

Si algo tenemos aquí es tiempo, y sinceramente, creemos que nos hace afortunados.

Ayer, por ejemplo, empleamos nuestra mañana en visitar las cataratas del Nilo Azul. Este mítico río nace a los pies de nuestra ciudad, manso, débil y turbio, pero a apenas 30 km sus calmadas aguas se precipitan de forma violenta en un precioso paraje llamado “Cataratas del Tis Isat (agua humeante)”.

Para alcanzarlas atravesamos en coche una pista de tierra durante una hora, cruzamos (ya a pie) un puente portugués del siglo XVI, subimos una ladera acompañados por dos militares provistos de Kalashnikovs y un guía puesto hasta el culo de chat (droga local), y disfrutamos de las aldeas, animales y plantas que nos brindaba el lugar. Como anécdota contaremos que en medio de la excursión un río se interpuso en nuestro camino, y hubo que cruzarlo. No hubiera supuesto demasiado esfuerzo el quitarse las zapatillas y andar por las aguas, pero Ana, conocedora como sabéis del mundo animal que habita la región (ver entrada “Fauna”), aconsejó tratar de evitar el contacto directo con unos caracoles que transmiten cierta enfermedad mala malísima. Fue entonces que aparecieron tres jóvenes fornidos de una estatura media de 1,60 y unos 50 kilos de peso al rescate del hombre blanco. Nos subieron a la sillita de la reina (hay documentos gráficos) y nos llevaron a la otra orilla, recibiendo la consabida propina y dejándole a Marco la perlita “you are so heavy!”.

Las cataratas impresionantes, como podéis observar. Y lo mejor fue la sensación de estar pasando una calurosa mañana mirando al Nilo desbordarse, agradeciendo que sus aguas nos salpicaran un 2 de noviembre. Martes, para más inri.