lunes, 8 de noviembre de 2010

El calentador indomable

Mientras escribo estas líneas, Marco se encuentra en el cuarto de baño con un técnico intentando devolverle el agua caliente a nuestra ducha. Pero contaremos esta historieta del calentador indomable en orden cronológico.
Hace más de una semana (el sábado pasado, creo recordar) entró Marco en el baño y le olió a quemado. La luz del calentador se había apagado y éste había dejado de funcionar. Digamos que lo fundimos por dentro porque la resistencia no funcionaba bien y no calentaba el agua a un ritmo normal, así que durante una semana entera había estado encendido sin descanso. Nos lo cargamos.
Decidimos esperarnos a llamar al casero unos días; no nos gusta verle y tampoco tener que pedirle nada, porque parece que le debemos la vida y porque cada vez que viene a casa no sale ni con aguarrás.
Así que hasta el jueves nos duchamos con agua fría, llamamos al casero y el viernes a primera hora apareció con el técnico: un chaval en bici y con una bolsita tamaño mercadona con herramientas. Haciendo caso omiso de nuestros comentarios sobre el olor a quemado, determinaron que se había estropeado el enchufe y que volverían a las 16:30 con el enchufe nuevo. Pero a las 16:30 sólo apareció el casero, que, dejándonos con dos pares de narices, se puso a regar el jardín, se quejó de que teníamos el patio sucio (os aseguramos que no ha visto la casa tan limpia como la tenemos en su vida) y se aposentó a esperar al técnico ante nuestras miradas de odio e incomodidad. Pensamos que se dio cuenta de que no era bienvenido y por eso se fue, una hora después.
Volvieron ya de noche el técnico y él. Nuestra casa parecía el camarote de los hermanos Marx: dos amigos que estaban de visita, el casero, el técnico, su mujer, Marco y yo. Tanta gente y tan pocas soluciones: de nuevo se quedaba el calentador sin arreglar, porque el problema venía de dentro del cacharro, como nosotros habíamos estado insistiendo.
El sábado se suponía que iban a venir, nos quedamos esperando y nada.
El domingo iba a ser el día D, después de misa vendría el técnico con la nueva resistencia y lo colocaría. A estas alturas, tanto vosotros, lectores especializados en Etiopía, como nosotros, sufridores profesionales, sabemos que el calentador no iba a ser arreglado en el día del Señor.
Así llegamos al lunes, a este momento preciso, en el que el calentador indomable ha sido domado no sin sus momentos de suspense y sufrimiento. Marco, como hombre de la casa, se ha puesto a ayudar al técnico y en un momento dado le he preguntado:
- ¿Necesitas algo?
- Sacrifícame, por favor.
Estaba agachado en el baño lleno de agua y óxido, con la cara y los pies mojados y, aunque aquí tenéis unas imágenes, el olor que había ahí dentro no sale en las fotos.
Pensamos que ahora podemos cantar victoria (siempre dejando un espacio al escepticismo) y darnos, POR FIN, nuestra merecida ducha caliente.







Como en las películas basadas en hechos reales, damos unos datos sobre el destino de nuestros protagonistas tras la historia:

-Ana y Marco pagaron el arreglo, cinco euros que le correspondía pagar al casero, pero por no discutir ni ser miserables lo dejaron pasar.
-El baño quedó limpio, aunque muchos piensen que era imposible arreglar ese estropicio.
-El casero no volvió a entrar en la casa porque Ana y Marco decidieron apartarlo hasta octubre de 2011 de su antigua vivienda (por entrometido y pesado).
-La nueva resistencia aguantó hasta octubre de 2011 (por favor...).

2 comentarios:

  1. jajajajaja, eso no es tan diferente de lo que ocurre por aquí: siempre se estropea lo que el técnico no acierta a arreglar o falta la pieza de la que no hay existencias en el almacén... pero con la diferencia de que aquí, solo por el desplazamiento ya te sablan 30 ó 40 euros. Ánimo chicos!!!!

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  2. Jajaja, me meo de la risa. Me encanta que nos hagáis reir con vuestras historias:)

    Yo he actualizado por fin mi blog, me habéis picao!!

    Muchos besos

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