miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nilo Azul

A pesar de la impresión que podamos dar con nuestras historias, ni mucho menos estamos sufriendo. A día de hoy seguimos despertándonos sin alarma, desayunamos un “home made” batido de frutas tropicales, leemos artículos sobre la gestión de riesgo de desastres (al fin y al cabo, es a lo que vinimos), paseamos por la ciudad, cuidamos nuestro jardín, salimos con nuestros amigos, leemos, y muchas otras cosas que los dos últimos años de ajetreo no nos habían permitido hacer.

Si algo tenemos aquí es tiempo, y sinceramente, creemos que nos hace afortunados.

Ayer, por ejemplo, empleamos nuestra mañana en visitar las cataratas del Nilo Azul. Este mítico río nace a los pies de nuestra ciudad, manso, débil y turbio, pero a apenas 30 km sus calmadas aguas se precipitan de forma violenta en un precioso paraje llamado “Cataratas del Tis Isat (agua humeante)”.

Para alcanzarlas atravesamos en coche una pista de tierra durante una hora, cruzamos (ya a pie) un puente portugués del siglo XVI, subimos una ladera acompañados por dos militares provistos de Kalashnikovs y un guía puesto hasta el culo de chat (droga local), y disfrutamos de las aldeas, animales y plantas que nos brindaba el lugar. Como anécdota contaremos que en medio de la excursión un río se interpuso en nuestro camino, y hubo que cruzarlo. No hubiera supuesto demasiado esfuerzo el quitarse las zapatillas y andar por las aguas, pero Ana, conocedora como sabéis del mundo animal que habita la región (ver entrada “Fauna”), aconsejó tratar de evitar el contacto directo con unos caracoles que transmiten cierta enfermedad mala malísima. Fue entonces que aparecieron tres jóvenes fornidos de una estatura media de 1,60 y unos 50 kilos de peso al rescate del hombre blanco. Nos subieron a la sillita de la reina (hay documentos gráficos) y nos llevaron a la otra orilla, recibiendo la consabida propina y dejándole a Marco la perlita “you are so heavy!”.

Las cataratas impresionantes, como podéis observar. Y lo mejor fue la sensación de estar pasando una calurosa mañana mirando al Nilo desbordarse, agradeciendo que sus aguas nos salpicaran un 2 de noviembre. Martes, para más inri.









3 comentarios:

  1. Una pasada los paisajes, disfrutad de ellos, y estoy totalmente de acuerdo con lo de que tener tiempo os hace afortunados; es lo que por aqui nos falta siempre. Un beso

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  2. Ay Marco , quien te ha visto y quien te ve.. que guay vivir eso tio me alegro mucho no.. más.. se te echa de menos .. Pasalo bien y te seguiré por aqui.. un saludo y cuidado con los caracolitos asesinos

    kiko

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  3. ¡Qué veraniegos! Me ha encantado "el rescate del hombre blanco", pero deberíais poner en el blog una foto que documente la verdadera profundidad del río...que yo ya la he visto y me he meado de la risa...jajaja.

    Un beso desde el clima tropical, estamos con unas inundaciones importantes y alerta roja en el país...no sé cuándo dejará de llover, pero ya va tocando...

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